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miércoles, 23 de noviembre de 2016
Cuidado Animales Sueltos (17) (cuento) Leyenda de la casa de los enamorados
LEYENDA DE LA CASA DE LOS ENAMORADOS
En un bosque del sur, cuentan una leyenda que habla de la palabra
Se dice que se conocieron por caminos de la vida, que intercambiaron
miradas y después se fueron de ellos mismos, para necesitar saber el uno del
otro y escribirse.
Cartas distraídas comenzaron a viajar por el sendero de los lagos, la
espesura de las ciudades pobladas de palabras vacías. Atravesaron el mar hasta
enquistarse en una y otra mirada, juntarlas, amalgamarlas y dejar que pusieran
formas de reencontrarse.
En la época de las frutas de carozo ella hablaba con sonidos de miel y
repasaba mitos orientales. Buscaba en los sonidos…canciones
No son frecuentes los encuentros
en bosques del sur llevados por la palabra y menos entre personas que solo
buscan ser poesía.
Vecinos de la zona dicen que alguna vez vieron bajar un hombre desde la
zona del Dique Ameghino que llevaba en sus espaldas una luminosa mochila con
libros de los autores mas reconocidos y menos leídos, que en él pasaban a ser
los libros más bellos de la zona.
Otros lugareños hablan que una mujer con largas polleras y los ojos de
páginas de arroz recorría la ruta del desierto dejando sobre las rocas
milenarias las marcas de su sexo.
Lo cierto es que en un lugar del sur, cerca de los bosques que rodean un
lago, ellos se encontraron y sin mediar palabras abrieron sus libros, sirvieron
té con sabor a mosqueta y michay y dejaron que las palabras fueran parte de las
miradas.
Ella mojaba su dedo índice en la boca de él y pasaba hojas que leía en
silencio y que él escuchaba desde su alma. La ceremonia hacia que durante toda
la noche las velas estuvieran prendidas y que desde la chimenea se esparcieran
humos rojizos y azules.
La casa del bosque tenía un caminito de piedras que eran pisadas por
enamorados que se acercaban a ver por la ventana la ceremonia de las lecturas
en silencio. Muchos regresaban diciendo que la casa estaba vacía y las viejas
del pueblo aseguraban que en ellos no había amor por eso no podían sentir su
presencia.
La casa se fue llenando de libros que dejaban en la puerta con
dedicatorias de todo tipo, algunas personales entre las parejas que asistían y
otras dedicadas a la pareja que supuestamente vivía en la casa.
Siempre se habló de la magia de la lectura en silencio, pero fue una
primavera, de esas que nadie repara en los visitantes, que se hizo presente en
la zona una pareja de viejitos que quisieron acercarse a la casa del bosque.
Se alojaron en el hotel del pueblo y por la mañana bajaron al comedor
con una edición muy vieja del Violín del Diablo, de González Tuñón y otro libro
sin tapas de 1929, El Amor y la
Poesía de Paul Eluard. Los dos reían y la moza dice haber
escuchado que eran los libros con lo que se habían enamorado hacía más de 70
años.
Luego del desayuno, con dos sombreritos de exploradores y una mochila
que sorprendía por tener un dibujo de The Beatles, salieron caminando hacia la
casa del bosque.
Regresaron muy arde, ella aun tenía los ojos con lágrimas y él reía
maravillado en su expresión.
La moza, que era una escéptica que consideraba que todos los que subían
no veían nada y sólo lo hacían para sacarse fotos y mostrarlas a los amigos mas
místicos, los escuchó comentar antes de la cena la belleza de haber vivido esa
experiencia.
- pero ¿los vieron?
- No solo los vimos, sino que tomamos el té con ellos. Tenían la misma
edición de Paul Eluard y durante tres horas compartimos las lecturas en
silencio y escribimos poesía.
Todos los que estaban en el hotel los miraron a sabiendas que los
viejitos mentían, pero les produjo mucha ternura pensar que a esa edad aun
creían en la Fábula
de las Palabras.
Pidieron la cena y él leía un libro en silencio mientras ella se
emocionaba como si estuviera escuchando lo que leía. El resto de los comensales
de esa noche no podían dejar de mirar a los viejitos y la moza escéptica había
comenzado a dudar de su posición.
Pidieron de postre milhojas y licor de grosellas y aun en silencio la
mujer comenzó a meterle los dedos en la
boca a su compañero y cuando los sacaba casi babeando, apoyaba sus dedos en un
cuaderno, escribiendo las poesías más bellas de amor, que fueron dejadas en la Casa del Bosque y aun hoy son
leídas por los enamorados que juran amor eterno.
(Del Libro Historias que Kulima me dejó en las sombras)
Poesías en el camino (17) Historias Comunes (inédito)
Los días de calor
suelo buscar
una heladeria en mi
mente
para llegar al mágico
momento
del frio del limón y
el granizado
la cucharita debe ser
de madera
mientras en la calle suena un partido de
fútbol
con jugadores que no
reconozco
pero el relator los anuncia
con estusiasmo.
La calle 8 tiene
gente eligiendo útiles
para la escuela y mis padres me esperan
en la fuente de la
51, sin policías
ni manifestaciones,
ni gitanas
que quieran descubrir
mi futuro
pues ya lo conozco
Es rico el helado de
Cadoro
y más si cuando paso
por Troas
estás vos sentada con
tus padres en una mesa
sin saber
que muchos años
después
vamos a caminar esa
calle de la mano
es un buen día para
tomar helados
y el tránsito es
tranquilo
y el hotel Provincial
está lleno de luces
porque esa noche
se va a alojar
Roberto Carlos
que va a cantar en la
cancha del pincha
me quedo en silencio,
tal vez ese peugeot negro
sea el que quede en
la historia de la ciudad
tras la entrada
triunfal del brasilero
del millón de amigos,
que un tiempo después
saludara en Viña del
Mar al asesino Pinochet
y nos dieramos cuenta
que habia que ver bien
quienes eran esa
cantidad de amigos que tenia
Mi papá compró un
maso de cartas en 51
y mamá me espera para
comerme el limón de un saque….
Mi hermana con
Adriana y Cecilia llegan con
sus novios
exploradores, que no saben
como gambetar los
chistes de mi viejo
que hace gala de sus
ironías
esta buena la ciudad
de los helados de calle 8
no hay tantos miedos
a pesar de canal 13
y el Telenoche de
Mónica y Andrés,
Perón no llega y Balbín toma mate en la puerta
de la casa de 49. Los
exploradores se alejan
con sus novias
familiares y papá me sube al auto
y me sienta sobre su
falda. Mamá maneja
y la plaza Moreno se
acerca a la trompa del auto
mientras vemos al
hijo de Hidalgo
pegando carteles que
dicen grande
PATRIA O MUERTE
Papá la mira a mamá y
comenta
mientras prende su
43/70
Ojalá sea la Patria …ojalá sea
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