lunes, 17 de octubre de 2016

Música para el camino - TRAVELING WILBURYS VOL 1


https://youtu.be/JiVBmAhiUYI

rutas de la palabra - Gaiman y los Coihues - Chubut









Poesías en el camino (16) -Escritos en Arbiz

1
Mi tiempo absorbe
lamentos
que
amontonados en la calle
se desconsuelan
ante la mirada
de un perro

2
El motín será
nuestra mirada
pero jamás accederán
a ella
Nadie sabe
de nuestro intercambio

3
jaurías humanas
corren
         ladran
                   desangran

...

parte
del ciclo
de los amantes
comienza con el amanecer

4
Vivido en medio de
mi paz
tu tiempo se mezcla
con mi silencio

5
Te sé
y es tan importante
que
esta tregua al dolor
me lleva
a tu cuerpo




6
buenas noches

afuera el silencio
da luz

7
Duele la vista
ante el no verte
Pasan imágenes
que nada tienen
de tu mirada
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Solitarios los duendes
muestran las palabras que
se aseguran
distraídas
en el llanto

Tachos de basura
como bibliotecas
de esta parte del mundo
son ojos
irritados que se mezclan
con voces
que buscan comidas

Nada cambia
en el dictamen del Poder
la mugre va pariendo
armas en metáforas
escupiendo bilis amarga.

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Que hacer en este intercambio
de soledad y brumas
si sangra mi tiempo
y se ahoga el grito

que esperaba desafiar a la injusticia 

Cuidado animales sueltos (16) - (cuento) HISTORIA DE UN LIBRO ABANDONADO

 HISTORIA DE UN LIBRO PERDIDO

Un libro
Un libro sobre un banco de una plaza
Un libro abandonado
Paso y miro a ver si nadie está cerca de él…su dueño
Una mujer que vende flores me mira y me inhibo y sigo caminando. Llego al final de la plaza, me hago el distraído, el que espero a alguien, el que busco un taxi y de reojo miro el libro que sigue ahí y a la señora que vende flores que también sigue cerca de él.
No sé porque me hago el distraído si nadie está en esa punta de la plaza, tal vez para que la señora no piense que quiero robarme un libro.
Comienzo a caminar, la mujer parecería que se aleja del lugar y entonces me meto en diagonal por la plaza para hacerme del libro. La mujer que caminaba en sentido contrario al mío se para con una señora que le compra flores, me alegra, porque va a embellecer su casa…o tal vez vaya al cementerio a llevarle a su marido muerto. Si, definitivamente va al cementerio, tiene pinta de viuda y de esas viudas arrepentidas porque jamás fue compañera de su marido y ahora quiere tapar su desdicha con flores. Las mujeres se ríen, tal vez se conocían. Tal vez la florista siempre le vendió flores, porque eran las que le gustaban a su marido. Me acerco al banco, con paso casi de criminal y mirando a ambos lados. Las mujeres saludan a un policía que camina la plaza con total desparpajo, como si allí no hubiera un libro abandonado sobre un banco.
La que seguramente es viuda habla con el policía y le muestra las flores, creo que me equivoqué y son flores para la iglesia que queda aquí a unas cuadras, hay mucha gente que lleva flores para embellecer la fe, o el silencio. El policía se ríe junto a ellas. Sigo caminando, para que no crean que me quiero robar el libro que en realidad es lo que quiero hacer, aunque llevarse un libro abandonado no es un robo, pero si justo en el momento de llevármelo aparece el dueño, paso de ser un recolector de libros a un ladrón y eso me preocupa, me conmueve.
Ahora si, se están marchando los tres hacia el lado sur de la plaza, aunque en realidad creo que es el lado oeste de la plaza, que es el lugar donde pasan todos los colectivos. Me acerco, es inminente que me lleve el libro, aun cuando viene una mujer caminando desde el otro lugar del caminito de la plaza.
Un frío helado me recorre todo el cuerpo, ya que la mujer se paró frente al banco. Me sentí vulnerado, acorralado. La mujer levanta el libro, no tiene derecho, no tiene porque hacerlo, ella no es nadie para llevarse mi libro. Lo mira, da vuelta la cabeza y me mira
-      ¿es suyo?
Me acerco intranquilo y estiro mi mano, ella se sonríe y me entrega el libro. Le sonrío como agradeciéndole y ella tiene los ojos de halcón.
Camino nervioso, me parece que todos me miran y condenan mi actitud. Cruzo la calle, me siento en otro territorio donde nadie va a pensar que acabo de llevarme un libro que no es mío…no es mío…no era mío, eso me da una tranquilidad, comienzo a sonreírme, no quiero mirar que libro es porque si hago eso seguramente la gente va a notar que llevo algo que no conozco y van a deducir que me robé el libro.
Doblo la esquina que va para el centro y busco un bar.
Entro, sigo con la paranoia que todos me miran, pero nadie me mira. Me siento, estoy disimulando no se de que, tal vez con miedo que alguien me diga que el libro es suyo y que lo olvidó en la plaza y que me agradece que lo haya rescatado.
Abro el libro, sorprendido compruebo que las hojas están en blanco, doy vuelta casi con desesperación y solo veo hojas en blanco, húmedas, como si alguien hubiera llorado mientras se llevaba los poemas en su mirada…
Tomo un café… me siento muy solo…. Salgo del bar. Regreso sobre mis pasos y entro nuevamente a la plaza. La mujer con mirada de halcón está sentada en el banco donde estaba el libro. Me acerco, pero justo aparece una señora que vende flores y sigo de largo, aunque me miro con ella…con una mirada de mucha intensidad, doy vueltas a la plaza mientras espero que se aleje la señora de las flores, para poder acercarme a la mujer que está en el banco…necesito llegar hasta ella, para que me devuelva la poesía
RM