lunes, 17 de octubre de 2016
Poesías en el camino (16) -Escritos en Arbiz
1
Mi tiempo
absorbe
lamentos
que
amontonados
en la calle
se
desconsuelan
ante la
mirada
de un perro
2
El motín
será
nuestra
mirada
pero jamás
accederán
a ella
Nadie sabe
de nuestro
intercambio
3
jaurías
humanas
corren
ladran
desangran
...
parte
del ciclo
de los
amantes
comienza
con el amanecer
4
Vivido en
medio de
mi paz
tu tiempo
se mezcla
con mi
silencio
5
Te sé
y es tan
importante
que
esta tregua
al dolor
me lleva
a tu cuerpo
6
buenas
noches
afuera el
silencio
da luz
7
Duele la
vista
ante el no
verte
Pasan
imágenes
que nada
tienen
de tu
mirada
----------------
Solitarios
los duendes
muestran
las palabras que
se aseguran
distraídas
en el
llanto
Tachos de
basura
como
bibliotecas
de esta
parte del mundo
son ojos
irritados
que se mezclan
con voces
que buscan
comidas
Nada cambia
en el
dictamen del Poder
la mugre va
pariendo
armas en
metáforas
escupiendo
bilis amarga.
----------------
Que hacer
en este intercambio
de soledad
y brumas
si sangra
mi tiempo
y se ahoga
el grito
que
esperaba desafiar a la injusticia
Cuidado animales sueltos (16) - (cuento) HISTORIA DE UN LIBRO ABANDONADO
HISTORIA DE UN LIBRO PERDIDO
Un libro
Un libro sobre un banco de una plaza
Un libro abandonado
Paso y miro a ver si nadie está cerca de él…su dueño
Una mujer que vende flores me mira y me inhibo y sigo caminando. Llego
al final de la plaza, me hago el distraído, el que espero a alguien, el que
busco un taxi y de reojo miro el libro que sigue ahí y a la señora que vende
flores que también sigue cerca de él.
No sé porque me hago el distraído si nadie está en esa punta de la
plaza, tal vez para que la señora no piense que quiero robarme un libro.
Comienzo a caminar, la mujer parecería que se aleja del lugar y entonces
me meto en diagonal por la plaza para hacerme del libro. La mujer que caminaba
en sentido contrario al mío se para con una señora que le compra flores, me
alegra, porque va a embellecer su casa…o tal vez vaya al cementerio a llevarle
a su marido muerto. Si, definitivamente va al cementerio, tiene pinta de viuda
y de esas viudas arrepentidas porque jamás fue compañera de su marido y ahora
quiere tapar su desdicha con flores. Las mujeres se ríen, tal vez se conocían.
Tal vez la florista siempre le vendió flores, porque eran las que le gustaban a
su marido. Me acerco al banco, con paso casi de criminal y mirando a ambos
lados. Las mujeres saludan a un policía que camina la plaza con total
desparpajo, como si allí no hubiera un libro abandonado sobre un banco.
La que seguramente es viuda habla con el policía y le muestra las
flores, creo que me equivoqué y son flores para la iglesia que queda aquí a
unas cuadras, hay mucha gente que lleva flores para embellecer la fe, o el
silencio. El policía se ríe junto a ellas. Sigo caminando, para que no crean
que me quiero robar el libro que en realidad es lo que quiero hacer, aunque
llevarse un libro abandonado no es un robo, pero si justo en el momento de
llevármelo aparece el dueño, paso de ser un recolector de libros a un ladrón y
eso me preocupa, me conmueve.
Ahora si, se están marchando los tres hacia el lado sur de la plaza,
aunque en realidad creo que es el lado oeste de la plaza, que es el lugar donde
pasan todos los colectivos. Me acerco, es inminente que me lleve el libro, aun
cuando viene una mujer caminando desde el otro lugar del caminito de la plaza.
Un frío helado me recorre todo el cuerpo, ya que la mujer se paró frente
al banco. Me sentí vulnerado, acorralado. La mujer levanta el libro, no tiene
derecho, no tiene porque hacerlo, ella no es nadie para llevarse mi libro. Lo
mira, da vuelta la cabeza y me mira
- ¿es suyo?
Me acerco intranquilo y estiro mi mano, ella se sonríe y me entrega el
libro. Le sonrío como agradeciéndole y ella tiene los ojos de halcón.
Camino nervioso, me parece que todos me miran y condenan mi actitud.
Cruzo la calle, me siento en otro territorio donde nadie va a pensar que acabo
de llevarme un libro que no es mío…no es mío…no era mío, eso me da una
tranquilidad, comienzo a sonreírme, no quiero mirar que libro es porque si hago
eso seguramente la gente va a notar que llevo algo que no conozco y van a
deducir que me robé el libro.
Doblo la esquina que va para el centro y busco un bar.
Entro, sigo con la paranoia que todos me miran, pero nadie me mira. Me
siento, estoy disimulando no se de que, tal vez con miedo que alguien me diga
que el libro es suyo y que lo olvidó en la plaza y que me agradece que lo haya
rescatado.
Abro el libro, sorprendido compruebo que las hojas están en blanco, doy
vuelta casi con desesperación y solo veo hojas en blanco, húmedas, como si
alguien hubiera llorado mientras se llevaba los poemas en su mirada…
Tomo un café… me siento muy solo…. Salgo del bar. Regreso sobre mis
pasos y entro nuevamente a la plaza. La mujer con mirada de halcón está sentada
en el banco donde estaba el libro. Me acerco, pero justo aparece una señora que
vende flores y sigo de largo, aunque me miro con ella…con una mirada de mucha
intensidad, doy vueltas a la plaza mientras espero que se aleje la señora de
las flores, para poder acercarme a la mujer que está en el banco…necesito llegar
hasta ella, para que me devuelva la poesía
RM
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